Sin dudarlo, nosotros que somos peregrinos veteranos, te aconsejamos que realices el Camino de Santiago en solitario. La experiencia del Camino se basa en el "encuentro", y precisamente cuando alguien quiere marchar en solitario es cuando se va abierto a todo aquello que, en éste caso el Camino, nos puede aportar. Además, a lo largo del Camino tendremos todo cuanto necesitaremos.
En el Camino de Santiago nunca te encontrarás desamparado y, día a día, conocerás a otros muchos peregrinos y gentes de los lugares que recorras. Pues, precisamente, marchar en solitario hace ser más receptivo y facilita el trato con los demás. Por otra parte, gozaremos de plena autonomía a la hora de planificar etapas y tomar cualquier otra decisión.
Luego, ya en el Camino, comprobaremos que aunque hayamos partido en solitario, la propia dinámica de la peregrinación nos va uniendo con los peregrinos que coincidimos día a día. Es decir, espontáneamente formaremos parte del día a día de esta ruta milenaria. No es necesario formar grupo de antemano. Esta experiencia hace que las Asociaciones no se dediquen a formar grupos de peregrinos.
Pero también hay personas que se plantean realizar el Camino en grupo. Pueden ser amigos, compañeros de estudios o trabajo, etc. Unos irán tal cual, y otros usarán un vehículo de apoyo logístico que le facilite el traslado del equipaje u otras necesidades. Desde luego, son tan peregrinos como quienes lo hacen en solitario, pero conviene subrayar que la preferencia en los refugios la tienen los peregrinos en solitario. Es fácil comprender: sí hay que volcar la tradicional hospitalidad jacobea, que no es sino la caridad cristiana, esto hay que hacerlo sobre el más débil, que es quien camina sólo.
Los grupos por su economía compartida y sus medios logísticos (autobús, coche, material de acampada, etc) deben buscarse otros tipos de alojamientos (camping, polideportivos, colegios, residencias, hostales, etc.) Si pernoctan en los refugios porque ese día hay capacidad para albergarlos, los grupos deben respetar las normas del lugar así como el descanso y la convivencia con el resto de los peregrinos.
Los grupos no son un mundo aparte y deben integrarse con el resto de los peregrinos, pero debemos hacer notar que tienden a vivir al calor de su identidad. Eso no es bueno, pues la riqueza del Camino brota por doquier, y el grupo debe establecer una apertura real a los demás aunque ello suponga una leve pérdida de su identidad.
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